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Viaje de ida

György Konrád

1933–2019

2019 ha sido un año trágico para la literatura húngara: ha fallecido el poeta, dramaturgo y novelista János Térey, uno de los mayores talentos de las letras húngaras contemporáneas con tan solo 49 años, y ha muerto asimismo el veterano György Konrád, uno de los autores húngaros más interacionales y figura cumbre de la oposición democrática durante la época comúnmente llamada “comunista”.

Konrád nació en 1933, en un pequeño pueblo cerca de la frontera de Hungría con Rumanía en el seno de una familia judía relativamente acomodada pues su padre era comerciante. En 1944 cuando Konrád tenía 11 años, llevaron a sus padres junto a los demás vecinos del pueblo primero al gueto de Oradea y luego al campo de concentración de Auschwitz. Los niños y sus dos primos habían partido el día anterior con unos salvoconductos de viaje conseguidos a costa de grandes esfuerzos a casa de unos parientes en Budapest. Allí se refugiaron en un edificio bajo protección suiza. Al regresar al pueblo tras la guerra, encontraron la casa paterna vacía. Posteriormente volvieron los padres y se convirtieron en unos de los pocos supervivientes judíos del pueblo ya que los compañeros de clase de Konrád habían sido exterminados sin excepción.

A principios de la década de 1950, los Konrád se ven obligados a mudarse a Pest, puesto que el negocio del padre y la casa familiar han sido nacionalizados.

A partir de 1953, Konrád estudia literatura y lengua húngaras, uno de sus profesores es el filósofo marxista György Lukács. Tras licenciarse, colabora en una revista cultural, pero después de la revolución de 1956 en la que participa activamente, lo despiden y durante los siguientes años se verá forzado a ganarse el pan con trabajos esporádicos, traduciendo, corrigiendo, dando clases de recuperación a colegiales o como obrero en una construcción. Más tarde trabaja en un tribunal tutelar de Budapest, las experiencias de esos años le sirven como materia prima para su primera novela, El visitador, publicada en 1969 y traducida a 13 idiomas.

En 1965 consigue un puesto en un grupo de investigación sociológica de la Academia de Ciencias de Hungría y adquiere unos sólidos conocimientos urbanísticos, que luego utilizará para escribir su novela El constructor de la ciudad, de espíritu sumamente experimental, publicada en numerosos idiomas y prologada por Carlos Fuentes.

En este equipo de investigación traba amistad con Iván Szelényi, con el que escribirá en 1974 su célebre libro El camino de la intelectualidad hacia del poder de clase, un estudio crucial que les vale la fama internacional y unas duras represalias por parte de las autoridades húngaras. El manuscrito es confiscado pero los autores disponen de otro enterrado en el jardín de la casa que alquilan para trabajar lejos del ruido de la ciudad. Logran sacarlo del país clandestinamente y el libro es publicado en varios idiomas. El estudio figura hasta hoy día en la lista de lecturas obligatorias de muchas universidades internacionales.

Tras la confiscación del manuscrito, los autores se ven sometidos a un arduo acoso con escuchas, registros de sus casas, despidos del trabajo y detenciones. Finalmente, las autoridades se limitan a castigarlos con una “advertencia de la fiscalía” y les aconsejan abandonar el país. Konrád elige quedarse y continuar su lucha clandestina contra el régimen. Hasta 1989 el año del cambio de régimen político, Konrád es un autor prohibido en Hungría y dado que no puede percibir ninguna retribución, vive de los derechos de autor que le llegan del extranjero.

A partir de 1976 recupera el derecho a viajar y pasa largas temporadas en Alemania y Estados Unidos gracias a algunas becas de creación literaria. En esos tiempos escribe la novela El cómplice, sobre la que Judit Gerendás Kiss formula lo siguiente: “La obra de Konrád es una de las primeras contribuciones del gran legendario de Europa del Este, creador de destinos humanos transformados en historias, leyendas, mitologías y enseñanzas. Como el Gulag de Solyenitzin, El cómplice es en parte autobiografía, en parte recopilación de relatos de los demás cuyas vidas se integran en la narración a la figura central de la novela. El libro es un largo monólogo del protagonista anónimo, un viaje agotador y doloroso en aquel rincón del mundo que se reconoce por la insoportable gravedad del ser. Insoportable gravedad, insoportables cargos, dolores, humillaciones y pruebas, producidos por la situación geográfica, por la historia abismal de una región”. Asimismo en esta época, Konrád publica varios libros de ensayos como Antipolítica, del que Carlos Fuentes escribe: “sus ensayos, recogidos en Antipolítica, contienen algunas de las frases más lúcidas que se hayan escrito nunca, sobre la vida al este del ”Telón de Acero“, mientras se continua situado en la cultura de la Europa Central, ese reino del espíritu, en opinión de Milan Kundera”. Los críticos han comparado los ensayos de Konrád con los de escritores como Adam Michnik, Milan Kundera, Vaclav Havle, Czeslaw Milos y Danilo Ki¹.

Durante las décadas de 1970 y 1980, Konrád se convierte en una de las voces más importantes de la disidencia húngara. En 1985 termina Una fiesta en el jardín. En 1990 es elegido presidente del P.E.N. internacional, cargo que ostenta hasta 1993. Entre 1997 y 2003 dirige la Academia de las Artes de Berlín (Akademie der Künste). Tras el cambio de régimen en los países del bloque soviético, Konrád participa activamente en la política, y hasta su muerte expresa libremente su opinión -muchas veces controvertida- acerca de cuestiones que atañen a la libertad y la democracia. En 1995 publica Reloj de piedra, y en 2001 Viaje de ida y vuelta, ficción novelesca que se nutre de sus experiencias infantiles en los últimos años de la guerra: el abandono de pueblo, la huida a la capital y el retorno al hogar. También es de corte autobiográfico su última novela, Eclipse solar, en lo alto del monte, de 2003, que en cierto modo es la continuación de Viaje de ida y vuelta.

Eszter Orbán


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