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La Roma de Calvino – la ciudad natal de Magda Szabó

Éva Cserháti
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La Iglesia Mayor de Debrecen
La Iglesia Mayor de Debrecen

Hungría no es sólo Budapest; ni España es sólo Madrid y Barcelona. Por comodidad o por ignorancia tenemos tendencia a identificar un país con su capital o con las ciudades más importantes. Hungría es un país hidrocéfalo, opinan muchos refiriéndose a la desproporcionada importancia cultural y económica de Budapest. Vamos a dar una vuelta por Debrecen, una ciudad de 200.000 habitantes al este de Hungría, a unos 30 kilómetros de la frontera rumana, cuya hija más querida es la recién fallecida autora de La puerta: Magda Szabó.

“Sólo hay un lugar que nunca he nombrado, y es Debrecen. Cuando estoy preparándome para ir a Debrecen y me preguntan adónde voy esta vez, siempre contesto: a casa. Desde septiembre de 1942 di clases en Hódmezõvásárhely, y desde abril de 1945 he vivido en Pest. Treinta y tres años es mucho tiempo, la vida entera de Cristo transcurrió en tantos años. Sin embargo, no me ha sido suficiente para asumir que dejé de vivir allí. Mi casa, por supuesto, hasta la muerte y para siempre será Debrecen.”

Aquí nació Magda Szabó en 1917, aquí estudió bachillerato en el instituto más prestigioso de Hungría y aquí se licenció en Filología Latina y Húngara en su famosa Universidad. Su obra es inseparable de la ciudad y de su cultura, que comienza en los tiempos remotos de la Edad Antigua.

Sin embargo, Debrecen vivió su esplendor durante los siglos XVII–XVIII, cuando llega una fuerte oleada de ideas calvinistas y la ciudad entera se convierte al protestantismo, cuyos principios han determinado el desarrollo de la vida cultural. Durante muchas décadas Debrecen lució el apodo de “la Roma calvinista”, por eso su monumento más admirado es la Iglesia Mayor (Nagytemplom) protestante.

“El segundo monumento que ha formado mi legado es la Iglesia Mayor… Aunque me despierten del más profundo sueño sabré cuánta gente cabe en el edificio, cuánto es de largo, cuánto es de alto. Tuve que aprender los datos de la Iglesia Mayor como los que se referían a mi propia vida… Cuando veo los grandes ojos de las torres de la Iglesia Mayor fijados en mí, su boca abierta, gritando enfurruñada, sus cejas, las greñas del acanto, me invade una emoción que no se parece a nada… Lo que siento, lo que me invade es seguridad, porque desde debajo del tímpano la tranquilidad del infinito irradia sobre mí; saber que el universo puede apoyar los codos en estas torres gruesas sorprendentemente distanciadas, y saber que los aguantarán, y tan bien, que de su fuerza quedará algo para mí, para otros, para los que lo necesiten, para todo el mundo… Es el mayor edificio protestante de nuestra patria. Sin embargo, cuando lo veo, nunca me viene a la mente que soy calvinista, sino que soy húngara.”

Los católicos regresaron a Debrecen, y después de un breve período en el siglo XIX, cuando ejerció de capital de Hungría durante la guerra de independencia de 1848-49, la ciudad volvió a perder su importancia política y económica. Sin embargo, sigue siendo “la ciudad de los ciudadanos”. El sobrenombre ’cívis város’ es de difícil traducción: la palabra cívis viene del latín civitas ’ciudadano’, y város significa ’ciudad’. La historia de esta denominación, aún vigente, explica el desarrollo y el ambiente de la ciudad. Los cívis o ciudadanos eran terratenientes que dejaron sus feudos a cargo de terceros, y decidieron vivir en la ciudad; a ellos les siguieron las clases más bajas que montaron talleres y comercios. Las familias cívis presumían de su ciudad, de guardar las tradiciones y de casarse solamente entre ellos. Los cívis pretendían dar a sus hijos una educación excelente, y gracias a sus esfuerzos Debrecen sigue siendo famosa por sus institutos –por el Liceo Protestante (Református Kollégium) y por su Universidad.

“El Liceo fue el ojo derecho de mi padre. Allí terminó sus estudios, como todos los varones de la familia; ya mi bisabuelo, que fue traductor de Virgilio, hablaba sobre el instituto de cuatrocientos años; hermanado con universidades occidentales de gran prestigio, como el enamorado de su amada, él se sabía de memoria hasta los peldaños gastados de sus escaleras de madera. Me contaba su historia como si fuera un cuento de hadas, y yo le escuchaba con la debida atención. Pronto aprendí de memoria el epígrafe inscrito en el patio que llamaba a la labor y la oración, porque lo frecuentábamos mucho, sobre todo el pabellón antiguo; mi padre me enseñaba todo en el edificio, hasta los pormenores, todas las reliquias.” “Cada vez que me paro enfrente de la Iglesia Mayor, mi vista la abarca junto con la estatua, y sé que detrás de ella, en aquél lugar cubierto por el cuerpo de la iglesia está el Liceo, en cuyo oratorio los diputados decidieron dos veces el destino de Hungría, y una vez, en la segunda ocasión, en 1945, decidieron también el mío. Simplemente estoy allí, y lo miro, y sé que pertenezco a este lugar, a este único punto del mundo, que soy húngara, y que no quiero ni nunca he querido ser otra cosa.”

No es casualidad que Magda Szabó cumpliera altos cargos eclesiásticos, fue ministra del Distrito Eclesiástico Protestante de Tiszántúl y subpresidenta del sínodo laico entre 1985 y 1990. Entre los muchos premios contaba ser “ciudadana de honor de Debrecen” desde 1977.

“…mi casa en Debrecen, al fin y al cabo, no necesita ni muebles, ni paredes. Vivo en toda una unidad geográfica y administrativa: la ciudad, que me dio formación física e intelectual, es la mía en su totalidad.”

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