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György Bálint

La lengua castellana

Traducción de Cserháti Éva

Fuente: He estado en España
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Finales de junio y principios de julio György Bálint hizo un viaje con su mujer por el Mediterráneo a bordo de un barco mercante. Su libro de viajes He estado en España no lo pudo publicar en vida, puesto que habla afectuosamente sobre los republicanos y el movimiento anarquista en Barcelona.

Fragmento de He estado en España

10 de julio de 1936, Tarragona

Ya llevo dos días sintiendo un amor no correspondido por la lengua española. He empezado a comprenderla con titubeos pero lleno de esperanza y entrega y a veces, tengo la alegría de descubrir sus secretos. Ella no me comprende, no puedo acercarme a ella para poder presentarme. “No comprendo[1]”, esa fue la primera frase que me dijeron en tierras españolas. Así me contestó el primer español al que me dirigí en el puerto de Barcelona. No se me comprende: parece que todo empieza de esta manera. Es poco consuelo que yo ya los entienda más o menos, puedo leer sus periódicos y carteles y de vez en cuando puedo descifrar lo que dicen si hablan muy lentamente. Desgraciadamente, muy raras veces hablan lentamente, lo que tiene su razón de ser. Las palabras son largas, las frases complejas. Como me dice mi fiel gramática debo enviar mis recuerdos a la hermana de mi conocido con la siguiente forma castellana: “Póngame Usted a los pies de su hermana[2]”. Un deseo hermoso, galante: “póngame a los pies de su hermana”. Hermoso y caballeresco, pero demasiado extenso, especialmente si –por ejemplo– queremos entregar el mensaje en el andén justo antes de la salida del tren. Seguramente por eso hablan tan rápidamente los españoles.

Hablan de una manera bonita, pero un tanto inquietante. Su idioma desde grandes distancias suena como el italiano, pero la suave ch italiana se vuelve áspera, y la casi sentimental s toscana de modo agudo y bárbaro se convierte en una c propia de un zopas. Sí, es un idioma inquietante, su melodía no acompaña el suave ritmo de las paladas de la góndola, sino el acoso de las corridas. Sin embargo, sus palabras son elegantes y, a veces, comparando con su significado, son realmente novelescas. La mantequilla, por ejemplo, nos recuerda algo muy romántico, al estilo de Carmen, mientras en realidad es una comida. Tinglado suena como una música alegre y ligera como la risa de mujeres bellas o niños y significa cobertizo. Y cuando tú, crédulo centroeuropeo, leas “Se suplica no escupir”, seguramente te enternecerás, tal vez te saltarán las lágrimas y tendrás la sensación de que este idioma extranjero acaba de hacerte una ardiente declaración de amor. Es una lástima, porque simplemente ha dicho que está prohibido escupir.

[1] En castellano en el original.

[2] En castellano en el original.

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